La protesta policial ocurrida la semana pasada es un síntoma de las necesidades personales y profesionales que sufren los agentes y que merecen ser atendidas en momentos que su labor es fundamental debido a la crisis que sufrimos.
La exigencia de mejoras salariales y un bono, son solo parte de las necesidades que tienen los agentes. Son mejoras bien merecidas en un trabajo escasamente valorado, de profundos sacrificios y con el riesgo permanente de la muerte.
Los policías se han quejado repetidamente de las condiciones de las delegaciones, de los lugares donde duermen, de los baños, de los horarios que tienen o del mal estado de las patrullas. Ciertamente, gracias a los impuestos a la Seguridad, hay que reconocer que este Gobierno está haciendo algunas mejoras, pero los reclamos son justos.
Los agentes deben manifestar sus necesidades pero deben también tener el cuidado de no descuidar su trabajo, por el bien de la población y facilitarle a los delincuentes sus fechorías.
Las autoridades deben buscar un entendimiento con los agentes, intentar resolver sus peticiones y solventar el descuido histórico hacia ellos.
La Policía Nacional Civil está en la primera fila en el combate a la criminalidad y tanto ellos como sus familiares merecen apoyo.