
El fin de semana se reveló que la misión del embajador Benito Andión, representante del secretario general de la ONU para lograr un diálogo nacional en El Salvador, había terminado sin lograr su propósito en el país.
Se trata pues de otra oportunidad desperdiciada, otro desastre anunciado y tristemente no sorprende que haya ocurrido.
La misión de Andión era lograr una segunda generación de acuerdos de país, pero obviamente la clase política entera está más enfocada en ganar elecciones y no en lograr consensos mínimos de nación. La clase política vive más enfocada en culparse mutuamente y no de asumir sus propias responsabilidades ante la ciudadanía; entonces, eso posterga la solución de los graves problemas nacionales. Pero ni siquiera desde la presidencia vemos un enfoque constructivo, de unidad nacional; por el contrario, es otro factor polarizante en la vida nacional.
Lamentablemente, con los dos periodos electorales venideros, el país, lejos de buscar caminos del acuerdo y el consenso, entrará en una nueva etapa de confrontación y agitación política que complicará nuestra delicada realidad y dejará las soluciones a un nuevo gobierno que seguramente tendrá que empezar de cero, después de una campaña violenta y polarizada.