El Puerto de La Unión Centroamericana parece una de esas casas embrujadas de los cuentos. Un gigantesco parqueo abandonado a la orilla del mar, iluminado por potentes faroles por las noches, pero absolutamente solitario, con unas grúas que van rumbo a corroerse por falta de operación. Pareciera un puerto maldito.
Después de una década de construido, el Puerto de La Unión no ha logrado concesionarse y está lejos de atraer a jugadores claves de la marina mercante mundial. ¿La razón? La falta de transparencia de un proceso de licitación que parece acelerarse con no se sabe qué fines, para antes que termine el Gobierno.
La Embajada de los Estados Unidos en San Salvador ha llegado al extremo de pedirle a CEPA que cancele el proceso de licitación por falta de transparencia y abundan preocupaciones, dudas y preguntas, especialmente después del interés de una empresa china que deliberadamente ocultó el hecho de fabricar armas de alta tecnología.
Sin la transparencia y la factibilidad adecuadas para licitar el puerto, es mejor esperar que el próximo Ejecutivo haga algo responsable y visionario con la terminal marítima que una vez fue la esperanza de Oriente y ahora es un monumento a la ineficiencia y una colección de errores de varios gobiernos.