Hace unos días veía un documental sobre los almuerzos y meriendas escolares en Francia y otros países europeos. Los estudiantes y maestros se asustaban cuando les comparaban el nutritivo y delicioso almuerzo galo con el que comían en las escuelas estadounidenses, cargado de frituras.
Aquí no se proporciona almuerzo escolar en la inmensa mayoría de colegios y escuelas, pero recordé el documental al leer sobre la decisión del Ministerio de Educación de prohibir bebidas gaseosas, pupusas y chucherías en general en las tiendas y cafeterías escolares. Aunque hay una evidente molestia por parte de los dueños de las tiendas, la medida del Ministerio de Educación me parece correcta y un correctivo para la nutrición de nuestros niños y jóvenes.
Se trata de un gran cambio cultural y como todo cambio, generará resistencia, pero creo que le harán un enorme favor a las futuras generaciones. Muchas generaciones crecimos comiendo chucherías en las tiendas de colegio, bebiendo gaseosas o jugos altamente azucarados.
Comer frutas o jugos naturales es una buena opción. Es la tendencia mundial de preocuparse por la buena alimentación de los niños aun cuando están fuera de casa. No vamos a aprender a comer sano si no enseñamos desde la casa o la escuela. Quizás una opción más barata puede ser enviar a nuestros hijos con sus respectivas frutas y jugos naturales desde la casa, con sandwiches con alto contenido nutricional.
No vale la pena resistirse a un buen cambio con argumentos como que es difícil hallar frutas a bajo precio, porque sabemos que si se sabe buscar, se encuentra a un buen precio y alternativas hay. Vale la pena integrarse a ese cambio progresivo por el bienestar de los niños y adolescentes, pero sobre todo por el futuro de una sociedad con generaciones más saludables que sus antecesores.