Nos ocupa el tema del agua, la emergencia nacional que tenemos desde hace décadas, pero que desde hace una semana se volvió mágicamente emergencia para el gobierno, y quiero acá hacer una pequeña reflexión, con la esperanza que a través de los medios de comunicación llegue a oídos de nuestros tristemente célebres autodenominados padres de la patria, primer órgano del Estado, y tantos nombres majestuosos que ya solo ellos a sí mismos se dan, y la sociedad, en cambio, usa calificativos mucho menos dignos para referirse a ustedes, los cuales no son tema de estas palabras.
Todos sabemos que el Río Lempa, nuestra principal arteria pluvial, recoge casi la totalidad del caudal de lluvia del sector nor-occidente del país; y creo, todos sabemos, que el río en su cauce alimenta el embalse de Suchitlán, producto de la construcción de la presa Cerrón Grande, generando una reserva de agua de millones de metros cúbicos que anualmente se alimenta con las lluvias; se ha preguntado usted ¿qué hacemos con esa agua?
Pues le cuento, otro río, célebre por causas menos nobles, el Acelhuate, al cual descargamos casi todos los desechos de aguas negras de San Salvador y sus periferias, desemboca a escasos metros antes del entronque entre el rio Lempa y el Lago Suchitlán…
Sí, aunque usted no lo crea, mientras en otros países usan los embalses de las presas como reservas de agua para verano, aquí lo llenamos de desechos, convirtiendo la reserva de agua artificial más grande de El Salvador en una fuente de infecciones y enfermedades.
Hay solución, definitivamente, una planta de tratamiento de agua justo a la salida del río, práctica que se da en muchas ciudades del mundo, donde el agua que toman de la naturaleza la devuelven limpia para ser aprovechada en otros usos, lo que no tenemos es voluntad de resolver…
Hay dinero, definitivamente. Si hay $35 millones para un nuevo edificio para los diputados, hasta con helipuerto, pues definitivamente hay dinero para resolver necesidades de nación, lo que no tenemos es voluntad, ni de la sociedad de exigirlo, y, por supuesto, mucho menos de la clase política en resolverlo.
Amigos, nuestros diputados están acéfalos, no tienen una sociedad civil que mande mensajes claros y contundentes; tienen una sociedad civil confundida, peleando batallas de ideologías del siglo pasado, mientras les roban el futuro y el de sus hijos, y nietos seguramente. Amigos, tomo el tema del agua como ejemplo que somos nosotros quienes debemos organizarnos, exigir resultados, y, si no los hay, demandar el retiro de los funcionarios inoperantes; somos nosotros los que, como sociedad, no tenemos voluntad de acción; somos nosotros, en resumen, los que no tenemos la voluntad; es momento de cambiar y, el tan esperado cambio, exigirlo a ese que nos ve del otro lado del espejo cada mañana.
Amigos míos, los faltos de voluntad somos nosotros, no culpemos a los políticos por buscar su propio beneficio en un país donde la sociedad no les exige nada….